viernes, 5 de agosto de 2016

La riqueza social de Valparaíso

Por Jaime Yovanovic Prieto

En la Quinta Región hay una gran diversidad de dinámicas, experiencias y organizaciones de carácter social, cultural, deportiva y más, algunas de las cuales son arrastradas a las luchas políticas electorales o no, en tanto la mayoría presentan variados matices que van desde las necesidades e intereses barriales o transversales hasta la franca disputa de micro-poderes o intereses personales y económicos.

En general podemos decir que existe una enorme red funcional a la institucionalidad del poder, que aprovechando las pugnas e intereses particulares va influyendo desde arriba a través de las directivas, actividades, dineros y personas claves, en lo ideológico, la cohesión vertical y en los destinos de las comunas y la región, que normalmente se determinan en las instancias disputadas políticamente en el terreno electoral y la repartija de los puestos. La microfísica del poder asume la forma de racimo de uva por donde desciende el clientelismo y la subordinación a través de esa estructura piramidal.

Vamos a trabajar esta vez una reflexión sobre las organizaciones, experiencias y dinámicas que no están adscritas estructuralmente a dicha pirámide del poder o aún formando parte, no están identificadas con ella.

En primer lugar hay que señalar que en muchas no adscritas a la máquina o las que critican esta situación, hay dos grandes grupos: Los que utilizan a las organizaciones para acceder a la máquina por vía electoral montando bases de apoyo, y los que las utilizan para combatir la máquina e intentan convencer y arrastrar al resto a determinadas estrategias de poder o contrapoder. Hay también los que generar sus propias máquinas como partidos o coordinadoras, desde los cuales van penetrando las organizaciones sociales como sindicatos, centros de estudiantes, juntas de vecinos y clubes deportivos, por nombrar sólo algunos.

La táctica de penetración utiliza la metodología de la reivindicación o necesidades, mediante la cual se trata de activar al vecino, trabajador o estudiante, y que “participe”, o sea, que sume fuerza, número, independientemente de que entre ellos no haya mayor relación, así se reproduce otra pirámide de dependencia, esta vez a los inteligentes, los conscientes, que normalmente efectúan reuniones y actividades entre ellos, los afines, para trasladar a la asamblea y convencer para el seguidismo, aniquilando todo protagonismo real mediante la instalación de nuevas formas de dependencia.

Veamos ahora la mayor parte, la existencia de una clara multiplicidad de organizaciones, experiencias y dinámicas que no han sido atrapadas por las estrategias del poder o de la disputa del poder, que son muchas y entre ellas encontramos juntas de vecinos, sindicatos, centros estudiantiles, centros culturales, centros comunitarios, clubes deportivos, grupos artísticos y culturales, centros de madres y de tercera edad y tantos otros, es decir, sectores y dinámicas que abren el apetito a las vanguardias y estructuras, sean éstas institucionales, partidarias, corrientes y movimientos.

Respecto de los llamados movimientos, ellos surgen con gran profusión tras la caida del muro y las nuevas realidades que presenta la crisis del capital, de las instituciones, de la precariedad del trabajo, el aumento de las condiciones de la marginalidad y la destrucción del planeta. Muchos de ellos son dirigidos por partidos (como el “movimiento social de Calama” encabezado por la CUT, el alcalde y el colegio de profesores, de fuerte predominio de una alianza partidaria), otros son vendidos en mesas de negociaciones (como los pingüinos del 2006) o por intereses electorales (como los universitarios del 2011 y Aysén). En síntesis un movimiento hoy es un sustituto del partido como vanguardia aggiornada, que una vez acabado deja peor el protagonismo de localidades.

Eso significa que la mejor forma está en que los vecinos se organicen por su cuenta y maduren su comprensión de lo global paso a paso en un proceso interno de acentuamiento de la interacción más cotidiana entre ellos, no sólo las reuniones y asambleas, sino el barrio, el verde, el alimento, el reciclaje (no el que entrega envases a las empresas, sino el que reutiliza en beneficio del común), el deporte, el arte y la cultura, etc. Todo trabajador o estudiante es vecino, por lo que la organización y dinámicas de los mundos del trabajo y del estudio, debe corresponder a las dinámicas de la cotidianeidad del mundo de la vida compartido.

Así las muchas organizaciones barriales y sociales, como ONGs, centros, talleres, etc. que destinan sus esfuerzos a generar y potenciar el protagonismo de la gente, están contribuyendo a la materialización concreta de ello, que de ese protagonismo salgan las ideas y propuestas, que los profesionales y activistas vayan abandonando la idea de dirigir esas dinámicas y que al contrario pongan su saber al servicio de la implementación de los acuerdos de la comunidad, no haciendo una “concesión” a su acumulación de conocimientos que pareciera autootorgarles la condición de líderes, siendo en el fondo que sólo estarían aplicando la formación universitaria de elites inteligentes que por eso tienen el impulso de situarse por encima de la gente, impulso que junto a la competencia de unos contra otros para acceder al dinero y al mercado, son inculcados por la “educación superior” y así hacen nata los profesionales que se organizan en “movimientos” para vanguardizar procesos locales y ocupar puestos bajos (o altos, claro) en la estructura de la microfísica del poder.

Como decía, son muchos los espacios y actividades que buscan siceramente el protagonismo y la expresión libre de la gente, cada uno de ellos, presentes en todos los cerros de Valparaíso y de Viña, forman en conjunto una constelación de estrellas en el firmamento de la utopía y de la realidad concreta y dura. Es a ellos que hay que apoyar, aunque piensen diferente de nosotros, lo que es mejor, pues cada uno irá descubriendo sus propios métodos de trabajo en la interacción con los hechos junto a las personas que les rodean. Cada uno de ellos es una escuela de aprendizaje y todos tenemos que aprender de ellos y su experiencia, pues si no hay camino, hagámoslo en el andar separados pero apuntando al corazón, ya que el protagonismo del mundo de la vida es el común, donde pueden circular los flujos energéticos y afectivos. Por eso no hay necesidad de articularse y buscar una dirección única, sino intercambiar entre sujetos sociales y comunitarios, intercambios económicos, culturales, cooperación y apoyo mutuo. Por ahora estamos todos en proceso de búsqueda y aprender de la construcción de otro modo de vivir. Por eso no hay límites ni murallas ni reglas ni paradigmas, ni tácticas ni estrategias, sino el tejido de sensibilidades entre vecinos y colegas.

Reciban ustedes que siembran para que brote el cambio civilizatorio el testimonio de admiración y esperanza. Sigan haciendo camino con persistencia y cariño, ya que muchos otros también están haciendo cada uno lo suyo y está claro que como dijo Eduardo Galeano “mucha gente pequeña en lugares pequeños haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”. Así estamos viviendo y haciendo Valparaíso.

Abrazos

Jaime Yovanovic Prieto
Valparaisando
valparaisando@gmail.com