jueves, 19 de mayo de 2016

21 de mayo y la violencia en Valparaíso



Por Jaime Yovanovic Prieto

Años atrás, en una reunión de artistas, activistas sociales y políticos realizada en la ex cárcel de Valparaíso, dos participantes, uno de ellos dirigente de artistas que luego ingresó de lleno en la política incorporándose al partido Igualdad, y el otro de una ONG dedicada a la ética y derechos humanos, aunque más a la política que otra cosa, propusieron realizar el 21 de mayo un gran evento artístico cultural en el muelle Barón al que me opuse por entender que se trataba de desviar la lucha social en el parlamento y se parecía a las tácticas del PC de divisionismo y desviacionismo, a lo que se levantaron y a gritos se defendieron con que como yo podía compararlos con el PC, lo que resultó divertido. El caso es que no prosperó la idea, pero me retiré de mi pertenencia a la asamblea de la ex cárcel tras un segundo caso en que se pretendió allí organizar un nuevo partido llamado algó así como Movimiento de los Pueblos, que luego una reunión cerrada en Santiago llamá también “de los Trabajadores”, o sea, una nueva vanguardia. Entre los que recuerdo que pululaban en esa dinámica representantes de la Surda y aún Cuevas del PC, entre otras perlas donde la división se dio en el concepto del poder popular, donde unos defendían la concepción de aparato y otros la idea del protagonismo autónomo comunitario, con lo que la propuesta fue continuada por los aparatistas, en tanto los demás regresábamos cada uno a sus actividades.

La lección la aprendimos varios: nunca más asistir a una reunión o actividad con este tipo de gente dedicados a construir una vanguardia tras la otra, a ver cual funciona.

De allí a profundizar las reflexiones personales y compartidas entre amigos diversos sobre la lucha social del 21 de mayo, medió un tiempo de experiencias e intercambios informales que finalmente concluyeron en que no hay lucha social en torno al parlamento, sino lucha de vanguardias. Por ejemplo la Surda y luego uno de sus herederos, el partido Igualdad, que dirigen la Federación de Pobladores, traían a sus bases al puerto. Y así con todos. Los enfrentamientos eran de grupos de estudiantes y organizaciones anarquistas o rebeldes contra la fuerza institucional. Lo “social” no se hacía presente, salvo en el ganado arrastrado y en la acción vanguardista “en nombre del pueblo”.

La represión desarrolló la estrategia de contención, es decir, reducir y concentrar los focos de enfrentamiento en rincones de la ciudad que no interfieran el orden social y urbano, circulación vehicular, etc. del plan, donde están las empresas, bancos y símbolos del poder. La dispersión de los “combatientes” del pueblo sin pueblo ha sido empujada generalmente hacia las dos subida de cerros más frecuentadas, a saber la subida Ecuador y la subida Cumming, separadas por el cementerio, vaya imagen. En esas subidas se atricheran los “que luchan” y la repre bloquea la salida hacia el centro disparando agua, lacrimógenas y gas mostaza o lo que sea, desde una enorme cantidad de guanacos, zorrillos y demás fauna del zoológico verde mecanizado. Y ahí están, sin medir ninguno de ambos las consecuencias para la población, ya que son “daños colaterales” y el foco es la “lucha”, el “enfrentamiento de clases”, que en realidad no existe allí ni en pintura, ya que se trata del choque de dos aparatos de violencia, cada uno “representando” a los rivales contrapuestos, los “enemigos”, donde ya ninguno “tiene la razón”, pues la razón ha sido pisoteada por el odio y la fuerza, lo que elimina de partida toda razón y objetivos, por muy loables que sean para cada uno: unos que desean cambiar el sistema y otros defenderlo, pero los que desean cambiar el sistema nunca lo hacen, pues pasan “luchando” para atrer más combatientes y los datos visibles son que cada vez hay menos encapuchados, y los que dicen defenderlo sueltan su vocación de Rambos furiosos golpeando a los cabros hasta dejarlos como membrillo de colegial, defendiendo lo indefendible: la partidocracia heredada de la milicocracia.

Por eso ninguno de los dos tiene la razón ni la tendrán, puesto que la razón la tienen los vecinos, por mucho que los de izquierda digan que son derechistas y los de la derecha digan que son izquierdistas, como manera de ambos de evadir realidades e intentar imponer sus ideas. Los vecinos tienen muy claro que allá arriba se arreglan los bigotes y que acá abajo estamos cada día peor, pero lo que no entienden las vanguardias es que ya estamos todos cansados de los partidos y de la “lucha social” que no es social, es una farsa, una pelea arreglada de los titanes del ring, que va cada uno detrás de objetivos predeterminados que a lo largo de los años se ha visto que no llevan a parte ninguna, lo que no importaría si pudiésemos vivir bien y tranquilos, el tema es que esa forma de caminar y querer cambiar las cosas ya no sirve. Hay un rechazo generalizado a los que detentan el poder y a los que luchan por el poder o por “destruirlo”, ya que por todos lados están las pruebas de que usan el poder en beneficio propio y en beneficio de la destrucción del planeta.

Queremos que termine la violencia, que los cabros ayuden a cambiar el mundo en y desde los barrios, pero no con falsos “centros culturales” o “centros comunitarios” que esconden la organización y la voluntad de sacar a la gente a “la lucha”, tampoco con cursos y talleres de concientización para inyectar ideología en la gente, sino participando en actividades de la gente y con la gente, apoyando las actividades que apuntan al común, al protagonismo de los barrios y la reconstrucción de la gran familia del barrio en todas partes.

Estamos conscientes de que a los jefes de los partidos y grupos ideológicos no les conviene el protagonismo popular, pues sus estrategias vanguardistas deben dirigir los caminos, así como estamos claros que al sistema tampoco le conviene, pues ambos requieren ganado, ovejas amaestradas y disciplinadas detrás de las reglas de cada uno. Por eso los combatientes de ambos bandos deben aprender de la experiencia de Chiloé, que quedará clavada en el corazón de la gente y de los uniformados, que también son gente. Ya que en las barricadas de Chiloé se hizo sentir la experiencia comunitaria y las barricadas se llenaban de arte, música y baile, y cuando llegaron las Fuerzas Especiales, los Rambos especialistas en membrillos, se encontraron con un pueblo pacífico, que se acercaron a los uniformados, los trataron de hermanos y les explicaron el sufrimiento de las familias que habían perdido sus fuentes de alimentación y de vida por causa del extractivismo impulsado por los poderosos. Las autoridades de carabineros y estatales deberían hablar de eso y mostrar el ejemplo, pero ahora todos lo van a esconder, pues no les conviene, pero habrá que seguir divulgando como gota que golpea la piedra hasta hacer un agujero.

Eso queremos en Valparaíso, y no locales inundados de gases que perduran durante semanas y hemos tenido que recurrir a las autoridades para que limpien o ventilen o retiren esa porquería que queda después del choque de ambos contendores adalides de la violencia: el estado y los partidos. Por supuesto que no nos han dado bola y los vecinos de la Plazuela Ecuador no aguantaremos otra inundación de caca arrojada de lado y lado. No queremos esa guerra en nuestras puertas, así de sencillo, váyanse, no a la punta del cerro, sino a tirarse a una piscina, no al mar, que tenemos que limpiarlo y acabar con la pesca de arrastre. Si creen que somos daños colaterales, no sólo están muy equivocados, sino que tedremos que descubrir entre nosotros como protegernos de esa guerra sucia. Ambos son culpables y si nos vuelven a tocar, no sólo vamos a tocar los pitos ni llamaremos a los milicos o al papa, sino que nos llamaremos entre nosotros mismos para hacer oir nuestra voz.

Jaime Yovanovic Prieto
Presidente
Junta de Vecinos UV68
Plazuela Ecuador, cerro Yungay y adyacencias.
valparaisohabitat@gmail.com

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