Por
Jaime Yovanovic Prieto
Años
atrás, en una reunión de artistas, activistas sociales y políticos
realizada en la ex cárcel de Valparaíso, dos participantes, uno de
ellos dirigente de artistas que luego ingresó de lleno en la
política incorporándose al partido Igualdad, y el otro de una ONG
dedicada a la ética y derechos humanos, aunque más a la política
que otra cosa, propusieron realizar el 21 de mayo un gran evento
artístico cultural en el muelle Barón al que me opuse por entender
que se trataba de desviar la lucha social en el parlamento y se
parecía a las tácticas del PC de divisionismo y desviacionismo, a
lo que se levantaron y a gritos se defendieron con que como yo podía
compararlos con el PC, lo que resultó divertido. El caso es que no
prosperó la idea, pero me retiré de mi pertenencia a la asamblea de
la ex cárcel tras un segundo caso en que se pretendió allí
organizar un nuevo partido llamado algó así como Movimiento de los
Pueblos, que luego una reunión cerrada en Santiago llamá también
“de los Trabajadores”, o sea, una nueva vanguardia. Entre los que
recuerdo que pululaban en esa dinámica representantes de la Surda y
aún Cuevas del PC, entre otras perlas donde la división se dio en
el concepto del poder popular, donde unos defendían la concepción
de aparato y otros la idea del protagonismo autónomo comunitario,
con lo que la propuesta fue continuada por los aparatistas, en tanto
los demás regresábamos cada uno a sus actividades.
La
lección la aprendimos varios: nunca más asistir a una reunión o
actividad con este tipo de gente dedicados a construir una vanguardia
tras la otra, a ver cual funciona.
De
allí a profundizar las reflexiones personales y compartidas entre
amigos diversos sobre la lucha social del 21 de mayo, medió un
tiempo de experiencias e intercambios informales que finalmente
concluyeron en que no hay lucha social en torno al parlamento, sino
lucha de vanguardias. Por ejemplo la Surda y luego uno de sus
herederos, el partido Igualdad, que dirigen la Federación de
Pobladores, traían a sus bases al puerto. Y así con todos. Los
enfrentamientos eran de grupos de estudiantes y organizaciones
anarquistas o rebeldes contra la fuerza institucional. Lo “social”
no se hacía presente, salvo en el ganado arrastrado y en la acción
vanguardista “en nombre del pueblo”.
La
represión desarrolló la estrategia de contención, es decir,
reducir y concentrar los focos de enfrentamiento en rincones de la
ciudad que no interfieran el orden social y urbano, circulación
vehicular, etc. del plan, donde están las empresas, bancos y
símbolos del poder. La dispersión de los “combatientes” del
pueblo sin pueblo ha sido empujada generalmente hacia las dos subida
de cerros más frecuentadas, a saber la subida Ecuador y la subida
Cumming, separadas por el cementerio, vaya imagen. En esas subidas se
atricheran los “que luchan” y la repre bloquea la salida hacia el
centro disparando agua, lacrimógenas y gas mostaza o lo que sea,
desde una enorme cantidad de guanacos, zorrillos y demás fauna del
zoológico verde mecanizado. Y ahí están, sin medir ninguno de ambos las
consecuencias para la población, ya que son “daños colaterales”
y el foco es la “lucha”, el “enfrentamiento de clases”, que
en realidad no existe allí ni en pintura, ya que se trata del choque
de dos aparatos de violencia, cada uno “representando” a los
rivales contrapuestos, los “enemigos”, donde ya ninguno “tiene
la razón”, pues la razón ha sido pisoteada por el odio y la
fuerza, lo que elimina de partida toda razón y objetivos, por muy
loables que sean para cada uno: unos que desean cambiar el sistema y
otros defenderlo, pero los que desean cambiar el sistema nunca lo
hacen, pues pasan “luchando” para atrer más combatientes y los
datos visibles son que cada vez hay menos encapuchados, y los que
dicen defenderlo sueltan su vocación de Rambos furiosos golpeando a
los cabros hasta dejarlos como membrillo de colegial, defendiendo lo
indefendible: la partidocracia heredada de la milicocracia.
Por
eso ninguno de los dos tiene la razón ni la tendrán, puesto que la
razón la tienen los vecinos, por mucho que los de izquierda digan
que son derechistas y los de la derecha digan que son izquierdistas,
como manera de ambos de evadir realidades e intentar imponer sus
ideas. Los vecinos tienen muy claro que allá arriba se arreglan los
bigotes y que acá abajo estamos cada día peor, pero lo que no
entienden las vanguardias es que ya estamos todos cansados de los
partidos y de la “lucha social” que no es social, es una farsa,
una pelea arreglada de los titanes del ring, que va cada uno detrás
de objetivos predeterminados que a lo largo de los años se ha visto
que no llevan a parte ninguna, lo que no importaría si pudiésemos
vivir bien y tranquilos, el tema es que esa forma de caminar y querer
cambiar las cosas ya no sirve. Hay un rechazo generalizado a los que
detentan el poder y a los que luchan por el poder o por “destruirlo”,
ya que por todos lados están las pruebas de que usan el poder en
beneficio propio y en beneficio de la destrucción del planeta.
Queremos
que termine la violencia, que los cabros ayuden a cambiar el mundo en
y desde los barrios, pero no con falsos “centros culturales” o
“centros comunitarios” que esconden la organización y la
voluntad de sacar a la gente a “la lucha”, tampoco con cursos y
talleres de concientización para inyectar ideología en la gente,
sino participando en actividades de la gente y con la gente, apoyando
las actividades que apuntan al común, al protagonismo de los barrios
y la reconstrucción de la gran familia del barrio en todas partes.
Estamos
conscientes de que a los jefes de los partidos y grupos ideológicos
no les conviene el protagonismo popular, pues sus estrategias
vanguardistas deben dirigir los caminos, así como estamos claros que
al sistema tampoco le conviene, pues ambos requieren ganado, ovejas amaestradas y disciplinadas detrás de las reglas de cada uno. Por eso los
combatientes de ambos bandos deben aprender de la experiencia de
Chiloé, que quedará clavada en el corazón de la gente y de los
uniformados, que también son gente. Ya que en las barricadas de
Chiloé se hizo sentir la experiencia comunitaria y las barricadas se
llenaban de arte, música y baile, y cuando llegaron las Fuerzas
Especiales, los Rambos especialistas en membrillos, se encontraron
con un pueblo pacífico, que se acercaron a los uniformados, los
trataron de hermanos y les explicaron el sufrimiento de las familias
que habían perdido sus fuentes de alimentación y de vida por causa
del extractivismo impulsado por los poderosos. Las autoridades de
carabineros y estatales deberían hablar de eso y mostrar el
ejemplo, pero ahora todos lo van a esconder, pues no les conviene,
pero habrá que seguir divulgando como gota que golpea la piedra
hasta hacer un agujero.
Eso
queremos en Valparaíso, y no locales inundados de gases que perduran
durante semanas y hemos tenido que recurrir a las autoridades para
que limpien o ventilen o retiren esa porquería que queda después
del choque de ambos contendores adalides de la violencia: el estado y
los partidos. Por supuesto que no nos han dado bola y los vecinos de
la Plazuela Ecuador no aguantaremos otra inundación de caca arrojada
de lado y lado. No queremos esa guerra en nuestras puertas, así de
sencillo, váyanse, no a la punta del cerro, sino a tirarse a una
piscina, no al mar, que tenemos que limpiarlo y acabar con la pesca
de arrastre. Si creen que somos daños colaterales, no sólo están
muy equivocados, sino que tedremos que descubrir entre nosotros como
protegernos de esa guerra sucia. Ambos son culpables y si nos vuelven
a tocar, no sólo vamos a tocar los pitos ni llamaremos a los milicos
o al papa, sino que nos llamaremos entre nosotros mismos para hacer
oir nuestra voz.
Jaime
Yovanovic Prieto
Presidente
Junta
de Vecinos UV68
Plazuela
Ecuador, cerro Yungay y adyacencias.
valparaisohabitat@gmail.com
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