domingo, 27 de marzo de 2016

Día del combatiente mudó al día de las vanguardias


Por Jaime Yovanovic Prieto 
 

En la época de la dictadura eran cientos de miles los que protestaban y erigían barricadas contra la opresión. Casi no había barrio del país que no se alzara. Todas las formas de lucha eran válidas, pero la salida por abajo, desde la gente, desde los barrios, resultó un peligro para todos: gobierno y partidos, todos ellos enfrascados en la disputa por el poder y no en las soluciones que proponían los vecinos de los barrios. Una vez cocinada la democracia de papel, con ausencia total de la población, como las negociaciones y arreglos por arriba entre las Farc y el gobierno colombiano, se instala lo mismo con cara civil, donde los partidos y los empresarios deciden los rumbos allá arriba, mientras los de abajo debemos subordinarnos. La izquierda estaba contra el gobierno militar, pero se subieron a la lámpara pensando que eran los que conducían los procesos, que en el fondo era una ola de movilizaciones que había que contener y que había que ponerse a la cabeza para llevarla a donde los jefes determinaban. Innumerables ciudadanos de derecha, de centro y sin ideologías, formaban el grueso de la oposición y parecía haber encuentro con la izquierda, o más bien, entre todos pasaban a llevar las diferencias, lo que era encomiable.

Los hermanos Vergara pertenecían al MIR y con todo derecho participaban de la resistencia contra la dictadura, al igual que muchos otros, de partidos o sin partidos, de todos los colores ideológicos. Al cambiar la situación, ya es posible recomenzar desde abajo, desde la gente, desde los vecinos, con nuevas realidades, nuevas metodologías de interpretación y nuevas maneras de actuar, lo que ya empezaba a darse en diferentes regiones del planeta, donde los cambios son vertiginosos, pero el sectarismo y el vanguardismo, continuaron en algunos y se acentuaron. Todos los partidos y grupos se dividieron en mil pedazos, fracciones, tendencias y astillas, cada uno con la verdad, lo que al haber tantas opciones para escoger, todos tenemos perfecto derecho a ponerlas en duda a todas y cada una, en especial si aquella “verdad” la buscan solamente en la teoría, la doctrina, la ideología y entre algunos intelectuales que desean “probar” nuevamente: Esta vez si que si, compañeros! 

Otros en cambio, vistas las circunstancias, preferimos salirnos de los partidos y de las ideologías para definir nuevos caminos ya no hechos por vanguardias, “inteligentes” y “conscientes”, sino elaborados en el mundo de la vida por los propios vecinos de cada barrio, sin hacer trampas, es decir, sin esconder el puñal bajo el poncho, o sea, sin ideología tapada o encubierta ni ases en la manga. Especialmente sin la arrogancia del “nosotros somos conscientes y ellos no”, que por eso hay que “conducirlos” y con eso se justifican los colectivos de “vanguardia”, grupos de conscientes que la tienen clara, tan clara como los otros ciento y tantos colectivos que piensan diferente y disputan entre si quien atrae más gente y con eso demostrar su verdad.

La verdad no existe, es siempre un proceso de avance del conocimiento y de la construcción, pero esa construcción no es sólo un acto externo de cambios de métodos personales y de cambios relacionales o de cambios materiales en el barrio, sino, lo que es más importante es el cambio de sujeto, sujeto de la vida, sujeto del cambio, que algunos aún siguen pensando que se trata de un grupo de afines a una corriente que tienen la misión de llevar a los vecinos los caminos de “liberación”, con lo que sólo reproducen la parálisis creativa, subjetiva y protagonista del sujeto, dando continuidad al sujeto pasivo y espectador que espera soluciones desde fuera o desde alguien o desde algo, por eso en muchos sindicatos y barrios la gente se conforma con seguir el líder, pero hay que quebrar ese círculo vicioso mediante el protagonismo común del mundo de la vida, desde donde puede potenciarse todo tipo de cambios y aprender del tejido de formas compartidas de vivir que es posible asumir el mundo en sus manos, empezando por el barrio, pero para ello hay que liberarse de las ideologías y del divisionismo izquierda-centro-derecha-extremos-abstencionistas-electores, para verse y actuar como vecinos.

Así, el salir a “combatir” desde las vanguardias que intentan reclutar nuevos combatientes, resulta ser una continuidad y reproducción de lo mismo, hay muchas maneras de recordar y homenajear a quienes se han ganado el respeto popular, pero en este caso se trata de sectores que más bien siembran el divisionismo, pues la mayor parte de los vecinos no están ni ahí con la “capacidad de combate” de las vanguardias, que disputan consciencia a consciencia los millones de espectadores subsumidos por la lógica sistémica. 

Nosotros hemos escogido ese camino de empezar de cero, desde la realidad de Valparaíso y desde la noción de esa realidad que tiene el vecino en proceso de re-encuentro de la gran familia del barrio. Si se reconstruye la manera más comunitaria de vivir y compartir, ya es un cambio esencial, pues el común permite la elaboración y despliegue desde esa práctica de valores hoy día arrinconados por el predominio del individualismo y la competencia, que son el afecto, la comunicación, el respeto, la cooperación, el tejido de miradas y el amor. Así ya no es un modo de comprender la vida lo que se abre paso, sino un modo de vivir y la profundización, expansión y multiplicación de ese modo de vivir.

Jaime Yovanovic Prieto
profesor_j@yahoo.com
tuiter: @YovanovicProfeJ
blogg: yovanovic.blogspot.cl 
 

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