Jaime Yovanovic tras charla con estudiantes de la PUCV |
Por
Jaime Yovanovic (Profesor J)
El
patriarcado nació como expresión del poder social de los señores
patriarcas. El poder social es la exclusividad de las unidades
productivas y sus apéndices de las unidades reproductivas, por lo
tanto es poder que se ejerce sobre las posibilidades concretas de
acceso a los cuerpos y alimentos que se concentran en manos
señoriales tras el inicio del proceso de domesticación de la
naturaleza mediante la agricultura y la ganadería. Marx estudia este
proceso en profundidad creyendo sinceramente que era el proceso que
seguía la humanidad, pero después de estudiar la experiencia de la
Comuna de París, el año 1872, profundiza sus estudios sobre las
experiencias que no habían seguido dicho proceso civilizatorio que
finalmente se impone a sangre y fuego en todo el planeta. Se trata de
una ruptura chocante con los “modelos” estudiados de formaciones
económico-sociales de los modos de producción esclavista, feudal y
capitalista, de modo que la llamó modo de producción primitivo
usando varias nominaciones para ello, llegando a llamarlo “oriental”,
dentro del cual incluía los modelos “descubiertos” en nuestro
continente Abya Yala, oriente y aún en las comunidades campesinas
rusas. Las corrientes posteriores que tergiversan el pensamiento de
Marx por el apetito de poder, llamadas “marxistas” en franca
oposición al teórico, que se opuso tajantemente a la intención de
transformar sus ideas e interpretaciones en una metodología o
paradigma (que equivale a dogma o receta), siguen tratando de manera
colonial, prepotente, discriminadora y genocida a las experiencias
que escaparon al ciclo esclavista-feudal-capitalista y que fueron
dominadas por éste en su expansión.
El
poder social de los patriarcas fue puesto en cuestión por las fugas
de las mujeres, esclavos y núcleos afectivos completos que escapaban
en todas partes y poblaban otros lugares de difícil acceso para dar
continuidad a las formas de vida comunitaria, de modo que los
patriarcas, que competían entre si, debieron unirse, dando comienzo
a la clase y al ejercicio del poder como clase, surgiendo así el
poder político. Los mejores ejemplos de este cambio son las leyes
del código de Hammurabi que, entre otras señalan que el esclavo
fugado debe ser devuelto a su anterior propietario, dado que los
señores se apoderaban del que encontraban-capturaban, sin indagar su
“origen”, lo que generaba pleitos de padre y señor mío. Así el
“acuerdo” entre toros que no se dan cornadas, se instala como ley
para todos los señores y chupamedias de la comarca, Así nace la
clase, el poder político y su apéndice legislativo que instala
normas obligatorias aún antes de la existencia del poder público
organizado, bastando el poder político y su aparato militar para
imponerlo. Al mismo tiempo surge la ideología, que inicialmente
tiene carácter religioso, ya que había que justificar el poder
señorial con un ser invisible todopoderoso macho, barbudo y sentado
en un trono.
Los
antiguos consejos de ancianos, que contaban también con las ancianas
dado el papel relevante de la mujer, fueron sustituidos por los
consejos de patriarcas, que se rodean posteriormente de funcionarios,
cobradores de impuestos y tropas profesionales, es decir con paga de
especies (botín) y cuerpos (mujeres principalmente), evitando
cuidadosamente otorgarles tierras o ganados, salvo lo necesario para
las orgías, en lo que Marx y Engels llamaron la fase militar o
armada del poder político, que al complejizarse, dio paso al poder
público, el estado, instrumento mediante el cual la clase dominante
ejerce su poder político, de clase, aunque hasta el día de hoy
siguen coexistiendo formas de poder social y político dentro de cada
uno de los estados.
Los
poderes políticos y armados (forma de la política) se enfrentaron
entre si en la época por ejemplo de la Edad Media para disputar o
compartir el poder público, como también en la puja Farc-ejército
colombiano, finalizando ambos con diversas formas de adaptación de
sus intereses, que en la época actual de fin de las clases por
haberse reducido a su mínima expresión la producción de plusvalía,
se ha transformado en una contradicción de los grandes propietarios
de medios de producción y los altos funcionarios políticos
incrustrados en el poder público, ambos contra el resto de la
población de cada estado o región y global. Por ello no hace falta
ser anti-capitalista ni anti-estado, ya que ellos son anti-nosotros,
en tanto somos partidarios del común, sin ismo, o, como dicen los
zapatistas, para todos todo y para nosotros nada
En
la edad media tenemos el ejemplo inglés del reparto de las funciones
del poder público en tres aparatos, el ejecutivo, legislativo y
judicial, el primero de la oligarquía monárquico-feudal, el segundo
de la burguesía capitalista y el tercero independiente para ser
compartido, ya que se impuso por acuerdo el derecho común que
expresa las relaciones sociales y políticas predominantes, así cada
uno disputa en el terreno social las formas relacionales pertinentes
para influir en los jueces. El francés baron de Montesquieu,
encantado con el astuto reparto, levanta para su país la teoría de
los tres poderes, que no son poderes, sino funciones del poder
público que expresa el predominio del poder político de cada sector
o de ambos en connivencia contra el enemigo de ambos: las clases
bajas y el gran enemigo histórico del poder: el común, que con su
ejempo de vida preconiza el fin de las clases y de las disputas
políticas, como detalla Silvia Federicci en “Calibán y la bruja”
con tal profusión de medios documentales que nadie ha podido
contradecirla, quedando sólo el expediente de invisibilizarla y es
tarea nuestra, de todos nosotros, sacar a la luz dicha recopilación
de documentos.
La
forma de los tres poderes de Montesquieu consiguió satisfacer las
necesidades de la intelectualidad “revolucionaria” francesa como
Voltaire, Diderot y otros, que terminaron imponiéndose a la
propuesta de Rousseau de la no representación para el ejercicio de
la democracia directa. El parlamento de la Asamblea francesa es la
mejor prueba de ello, pues allí los jacobinos sentados a la
izquierda y los gerondinos a la derecha, discutían y negociaban el
poder público.
Así
el parlamento es hoy día la función que ha tenido más
modificaciones, pues de legislativo ha pasado a tumbar gobiernos,
como en Brasil y cada día se refuerza su accionar, como podemos ver
en las elecciones españolas, en Grecia y otros lugares. En Argentina
la oposición kirchnerista e izquierdista pretende hacerse fuerte en
el terreno parlamentario, sin embargo Macri ya está previendo la
situación lanzando voladores de luces, salvavidas, collares de
perlas y espejitos a diferentes parlamentarios para atraerlos. En
Venezuela ya se ha comenzando a vislumbrar un posible “proceso de
mediación” entre izquierda en el ejecutivo y derecha en al
parlamento, mientras en Perú la mayoría fujimorista encontrará los
modos de aliarse con el gobierno que empuja a la viceversa: descubrir
como trabajar con los seguidores de Fujimori.
En
Chile se ha ampliado el parlamento y la noticia informa que serán
necesarios al menos 15 mil millones de pesos anuales para financiar
la aventura, mientras el salario mínimo es aumentado con cuentagotas
y las pensiones se rebajan y los precios suben.
Habrá
que prestar más atención al despliegue del protagonismo del común
desde abajo en las experiencias de los municipios autónomos en casi
todos los estados mexicanos, en el funcionamiento del confederalismo
democrático kurdo en el norte de Siria y su propuesta para todo el
país balcanizado por la guerrra, en el debate entre los tuaregs
amazigh de Libia, Argelia y Mali, en los avances de la autonomía
comunitaria de los pueblos nasa, emberá y afrodescendientes en
Colombia, en los mapuche pacifistas de la Alianza Territorial
Mapuche, en los pueblos ashuar de Perú y Ecuador, en la coordinadora
de los 23 pueblos indígenas de Venezuela y tantas otras experiencias
que vienen desde abajo reivindicando las formas de vida del cambio
civilizatorio, y desde allí observar los posibles cambios y
propuestas para los modos de construir una democracia que interprete
a las mayorías, desde ellos mismos. Otro mundo ya no es posible,
sino que ya está siendo construido sobre la base del común.
Los
que se dedican a cambiar o mejorar parlamentos o constituciones están
haciendo el servicio a la continuidad del poder y de la destrucción
del planeta por el extractivismo de la alianza empresas-estados. Los
cambios están acá bajo, en la gran familia de cada barrio y en las
formas de vida comunitaria. De allí saldrán nuevas formas de
rescatar la democracia y ordenar entre todos los asuntos públicos,
pero primero aprendamos a administrar el barrio entre nosotros
mismos.
Por
eso, en Valparaíso, nuestra propuesta más que formar parte de la
administración de los asuntos comunales, es la de continuar
profundizando el trabajo con vecinos para la construcción de
huertas, juegos de niños, reciclaje, salud comunitaria y
reforzamiento escolar, así como la elaboración de diagnósticos en
cerros y quebradas para el Plan Regulador alternativo, sembrando en
pos de la gran familia del barrio y el protagonismo vecinal sin
partidos políticos.
Jaime
Yovanovic Prieto
Director
del Departamento Social del Sindicato de Trabajadores de la
Construcción de Valparaíso.
profesor_j@yahoo.com
Tuiter:
@YovanovicProfeJ
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