lunes, 13 de junio de 2016

¿Qué es el amor? ¿Un sentimiento o un flujo?

Por Jaime Yovanovic Prieto

Existen dos nociones del amor, una dice que está en la persona y puede repartir o entregar a otra, como quien transfiere una cosa. Así doy amor a quien quiero o a quien creo que lo merece. En ese caso parece como una necesidad, lo que llena las casas de personas solas de animales de todo tipo, pues los animales entregan a quien les da, aunque algunos se preguntan si es amor o si es cariño, y así vamos categorizando o clasificando los sentimientos en escala de intensidad. Si acariciamos al gato, éste ronronea, vibra, pues diríamos que su circulación de endorfinas está en un elevado nivel, lo que no sucede en el caso del humano, pues estamos habituados a cerrarnos y abrirnos según el caso. Una chica preciosa o un guapo mozo, producen hormonas que al circular estimulan a la aproximación y contacto de los cuerpos. Podemos pensar en ello y analizarlo extrayendo diferentes conclusiones antes de continuar.

Algunos con una conciencia de ello, abren sus poros y se les ve entregando y recibiendo amor o flujos positivos todo el día y en todo lugar. Irradian, brillan, hablan con los ojos, informan que están abiertos y que al estar cerca de ellos uno se sentirá acompañado, comprendido, apoyado, enriquecido. Eso se ve en muchos ancianos y ancianas, en especial si han aprendido que al abrir y brillar, reciben a cambio miradas y brillos que alimentan. Finalmente vamos comprendiendo que el amor es flujo, no una posesión que se entrega o se recibe, sino que va y viene, atraviesa cuerpos y sensaciones, a la vez produce cuerpos y sensaciones, modela, modifica, actúa, alimenta, no sólo los sentimientos y sensaciones, sino también la psique, la personalidad, los gestos y comportamientos, de modo que el cuerpo se forma tanto por medio de actos de voluntad (como el levantador de pesas) o actos inconscientes, como el que va inclinando el cuerpo debido a las tristezas, preocupaciones, etc. y se le nota en el andar.

Al cruzarnos con otras personas en esta sociedad de vorágine, velocidad y angustias, casi no las vemos. El humano se nos va borrando de la mente y aún de las sensaciones, salvo, obviamente, si se nos cruza aquel o aquella que nos va a revolucionar las hormonas, con lo que parecemos trastocados, transmutados, casi como dirigidos. Se va perdiendo el sentido de comunidad y el flujo del amor, como se pierde el contacto del celular en el metro o en un tunel.

El amor es un modo de ser, pero el modo de ser se constituye según la forma en que nos hemos relacionado. Por ejemplo si hemos pasado la vida soñando con tener mucho dinero, por lógica hemos ido descartando lo que nos impide alcanzar dicho objetivo. Pero ese afán de tener dinero u otra cosa, no nace por si solo, sino que es incorporado en la escala de valores y prioridades por el medio en que vivimos, los incentivos, el placer que produce algo, como los perfumes o agua de colonia que ofrece la TV con las mansas minas o los mansos minos. Al ver ese espécimen humano deseable, por esencia nos va a circular el flujo hormonal y las endorfinas van a correr como locas desde el hipotálamo o de donde sea, lo que va a empujarnos desde dentro a desear estar en esa posición, a ser o sentir como ellos o con ellos. De ahí a adquirir el perfume aquel, no hay más que un paso, que tendrá que competir con el deseo de tener el último Iphone o superintercomunicador inalámbrico que ronroneará como el gato y nos hará idem.

Parece sorprendente tener que decir que las redes sociales y el guatsáp nos están distanciando aún más, y en el féisbuc ahora tienen monitos y caritas que “expresan” sentimientos, que no llegarán mediante el flujo natural que mueve energías vitales y entrecruza los cuerpos, sino que llegará sólo la información de que está “enojado” o “sorprendido”, lo que será recibido apenas por nuestra mente, evitando que la energía de las ondas sonoras acaricien nuestro cuerpo y penetren por cada uno de nuestros poros como el viento o el olor del campo o de la huerta.

Si los sentimientos y flujos energéticos dependen del medio en que nos formamos, esta sociedad de personas separadas y en competencia nos está matando. Necesitamos recuperar o reconstruir el contexto del amor, por donde puedan fluir y circular los afectos y los instintos. Necesitamos espacios de vida y cotidianeidad en que podamos compartir, mirarnos, hablarnos, disfrutar, educarnos y formarnos de modo diferente y eso lo podemos lograr en cada barrio y en la actividad social del mundo del trabajo o estudio. La gran familia del barrio es el contexto donde podemos practicar el amor, los flujos y el hacer conjunto. También la acción mancomunada horizontal de sindicatos, asociaciones, trabajadores y estudiantes.

Eso es lo que estamos tratando de descubrir y aprender en diferentes cerros y quebradas de Valparaíso, así como en el departamento social del Sindicato de Trabajadores de la Construcción y otras formas asociativas.

Ponga su granito de arena. Vea en nuestro féisbuc el programa de actividades de esta semana del 13 al 18 de junio.

Jaime Yovanovic Prieto
https://www.facebook.com/YovanovicProfeJ
Tuiter: @YovanovicProfeJ
Correo: profesor_j@yahoo.com

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