viernes, 8 de julio de 2016

Mancomunal de trabajadores, estudiantes y barrios


Por Jaime Yovanovic Prieto 
Departamento Social 
Sindicato de Trabajadores de la Construcción

 

El trabajador trabaja, aunque no siempre puede hacerlo. ¿Y la mujer que cocina en casa?. Ella trabaja y harto que trabaja, pero ese tipo de trabajo no se considera en la categoría sociológica de los “trabajadores”, por extraño que parezca. Habrá que reestudiar la sociología para rehacerla acorde a los tiempos.

Continuando la reflexión, podemos decir tal vez que quien trabaja o que es trabajador, es el que recibe un pago en dinero por ello, lo que podría llevarnos a que el trabajo depende del dinero o que el dinero depende del trabajo. Sigamos echando a la mezcladora: el pago por el trabajo remunerado es dividido en dos, el trabajo que produce nuevo valor y el trabajo que no produce nuevo valor, entendiendo por valor la incorporación en una mercancía del tiempo de trabajo necesario para producirla, es decir tomar una o varias materias primas y elaborar un producto destinado a la venta, que puede ser un par de zapatos o un celular. Si hago los zapatos por mi cuenta, soy un artesano y la cantidad de trabajo o tiempo de trabajo necesario para hacerlo, es bastante más que si tuviera una máquina para fabricarlos. Como artesano soy dueño o propietario de las herramientas, de la materia prima que he comprado o sacado de mi huerta o chacra, y del producto o resultado de la conjunción de esas materias primas, las herramientas y mi trabajo, o sea que el resultado de la venta al sacarla al mercado y no conservarlo para mi propio uso, también me pertenece y si trabajamos en comunidad, nos pertenece a todos, independientemente de que lo usemos nosotros o lo pongamos a la venta o trueque en una feria libre o una feria común o a una tienda de zapatos.

Si no soy artesano, debo vender mi fuerza de trabajo a quien pueda pagarla, y ahí viene el tipo de trabajo que produce nuevo valor en una mercancía o un trabajo que no genera nuevo valor, es decir, no modifica una o varias materias primas u objetos de trabajo mediante los instrumentos empleados, sean máquinas, vehículos o escobas. La modificación de materias primas genera un producto que al salir al mercado se denomina mercancía, lo que no sería el caso del que la hace y la utiliza para si. Para hacer ese trabajo pagado por otro, ese otro debe tener una necesidad o un instrumento o herramienta o medio de producción que tendré que manejar para transformar la materia prima o capital fijo en producto mercantil que ese otro va a vender para recuperar la inversión, lo que pagó por la materia prima y lo que me va a pagar a mi por el valor que le he incorporado en el proceso transformador. Es el caso del albañil que construye la casa de otro, que si la destina a la venta de inmediato o más adelante, está obteniendo un plus que va más allá del precio de las materias primas y del precio que le ha puesto a mi trabajo, sin contar con la especulación inmobiliaria y la modificación de precios debido a la importancia o demanda de viviendas en la zona correspondiente. Por eso algunos invierten en construir una casa, que por su vez es una inversión que adquiere un valor económico dentro del mercado inmobiliario. Ahí se observa como el trabajo se inserta en una red de circulación mercantil donde giran hasta los valores.

Sólo que el que contrata no paga todo el trabajo realizado, sino una parte que comercialmente equivale a lo que debe gastar el trabajador para su mantenimiento y reproducción. El que fabrica una casa no va a pensar en pagar el gasto del celular del trabajador, que deberá imaginar malabarismos de circo para ese ítem, así como algunos pagan el transporte y otros una cantidad fija que debemos hacerle malembe para que se estire y alcance. Sólo que el trabajador una vez que pagó con su trabajo el equivalente a su mantención, debe continuar trabajando para que el propietario del medio, herramienta o terreno pueda tener para si, de modo que la ganancia sale del trabajo o tiempo de trabajo que no cubre las necesidades del trabajador, que siendo mercancía va a serlo gracias al nuevo valor incorporado, ya que si se le paga todo el resultado de la venta al que trabajó, no habría ganancia. La ganancia estonces sale del tiempo de trabajo que no se paga, del tiempo de trabajo que supera el precio de los productos que requiere el trabajador, que en rigor no debiera seguir trabajando un vez que se pagó lo suyo, pero vaya uno a fijar esa regla, que de seguro lo pondrá de patitas en la calle y se establece socialmente que debe haber ganancia para el que contrata, de otro modo se lleva la máquina o pone al trabajador en la cesantía y trae a otro que aceptará trabajar de gratis otro tiempo más allá del que necesita o cree que puede para sus propios gastos. La capacidad que tiene el propietario de aceptar o no que alguien le trabaje, se llama poder social, que no es una relación económica, pues la relación económica se establece una vez contratado el que se subordinó a las reglas del juego del propietario, o sea que soy libre de ponerme o no la soga al cuello y si no me la pongo me ahogo.

El trabajo en el servicio público no produce ganancia, ya que allí no se producen mercancías y no hay un tiempo en que se cumple la meta de pagar las necesidades y luego otro tiempo gratis para la acumulación, por lo que ahí podemos hablar de tiempo de trabajo que se paga íntegro, pues todo ese tiempo configura el equivalente de ese trabajo con los gastos personales del trabajador. Así el empleado público dice que trabaja 8 horas por el salario mínimo o más según los casos, a diferencia del trabajador no público que debe producir ganancias al sector de propietarios privados y recibe el valor de sólo dos o cuatro horas de las 8 trabajadas. El sector privado vive de las ganancias y el público vive de los impuestos, es decir de las fuentes de ingreso del estado, que para aumentar sus arcas puede tener empresas que funcionan igual que el sector privado, es decir, producen ganancias.

En el sector privado existe una enorme gama de actividades que no producen ganancias y se extraen aumentando el precio de las mercancías desde que salen de la fábrica hasta que las adquiere el consumidor, que son varios sectores, pero para esta reflexión sólo analizaremos los transportistas y comerciantes, independientemente que un productor agrícola o fabril tenga sus propias haciendas, fábricas, camiones y pilastras o tiendas. La empresa privada de transportes compra el productor y vende al comerciante, agregando su parte al precio, lo que acrecienta para que el comerciante obtenga lo suyo. O simplemente el transportista es contratado por el comerciante para traerles la mercancía, lo que es lo mismo en términos de precios. El precio que el comerciante pone para la venta debe considerar el arriendo, pago a vendedores y lo que necesita para vivir, lo que finalmente el consumidor debe sopesar para llegar con el trofeo a casa. En toda esta cadena hay que comprender también la extracción minera y de hidrocarburos, la producción de electricidad y un sin fin de actividades que se concatenan unas a las otras y forman una enmarañada cuestión de padre y señor mío.

El caso es que el socialismo era la manera de poner todo ello en manos del estado, cosa que los distintos modos de producir, ganancias y demás, confluyeran en el aparato del poder, que administraría aquello y ya vimos que no funcionó, en especial porque la tecnología disminuyó la presencia de la mano de obra en todos los procesos productivos y prácticamente dejó de existir la ganancia proveniente del tiempo de trabajo no pagado y las fábricas con mil o varios miles de trabajadores pasaron a ser dirigidas por cinco especialistas en computación y robótica que manejan millones de toneladas de materias primas, combustibles, energía, agua, etc. lo que auentó la importancia de dichas materias primas y de los combustibles y energía a nivel planetario, por lo que se inició la gran caravana destructiva en todas direcciones para extraer nuevas materias primas, nuevos combustibles, sin preguntarle a nadie, simplemente avasallando y despojando, expulsando y sometiendo, construyendo nuevas y grandes cantidades de mega carreteras, puertos, puentes, hidroeléctricas, que no tienen nada que ver con el progreso, sino con la necesidad que aumentar el circuito mercantil y rasguñar ganancias a costa de la destrucción del planeta y la vida arrastrando a todas las capas y categorías sociales, laborales, etc amonatonándolos a todos en un mismo saco de sirvientes del progreso, metiéndoles celulares hasta por las orejas para que se queden quietos apretando botones imaginando que están en jauja.

A esta maravilla son invitados los estudiantes a prepararse, ocupar su lugar donde obtener dinero en esta maraña, es decir contribuir a la reproducción sistémica.

Nosotros preferimos descubrir como rearmar las cosas. Como reestudiar las formas productivas y de circulación, así como no la redistribución de la riqueza en contra de la multiplicación de la pobreza, sino a comprender la necesidad de poner fin al crecimiento de esta hidra de mil cabezas, iniiciar una etapa de decrecimiento y de busca del equilibrio desde los protagonistas del mundo de la vida y no desd el estado, que para funcionar debe estimular el crecimiento y el extractivismo destructivo, sino sumarnos a las dinámicas que vienen desde abajo por todas partes, hacer nuestra parte.

Para eso invitamos a los estudiantes a venir a los barrios, no a organizar la lucha contra o a favor del estado, sino a construir un nuevo modo civilizatorio que ya ha comenzado desde las experiencias zapatistas, los kurdos y las comunidades indígenas y originarias en todas partes. Ya está visto que los estados caen en falencia al poco andar los partidos de derecha, de izquierda, en fin, el estado ya no nos sirve aunque tampoco se trata de lanzarse contra ellos ni contra los propietarios, sino de ir tejiendo desde abajo nuevos modos relacionales, como en el mismo campo de los trabajadores, donde los sindicatos dirigidos por partidos del color que sean ya no interpretan a la masa laboriosa y se hace necesario rescatar el tejido de las mancomunales solidarias y horizontales con sindicatos, grupos y trabajadores sin partidos ni corrientes ideológicas que nos van a llevar siempre en la misma dirección. requerimos redes de intercambio, cooperación y apoyo mutuo, actividades conjuntas que permitan rescatar los valores de la comunidad y la madre tierra, al arte, la cultura y la ciencia tomando distancia de la política y de la economía, donde los familiares de los trabajadores puedan encontrarse y apoyarse mutuamente con una nueva mirada y práctica social que estamos empezando a reflexionar entre varios los días martes de 10 a 14h, en el Sindicato de Trabajadores de la Construcción de Valparaíso y a donde usted está invitado a traer y meter su cuchara y poner de su cosecha, sin planes ni estrategias elaboradas de antemano, sin batallas ideológicas, sino compartiendo saberes y sueños, así como actividades prácticas que apunten a fortalecer lazos afectivos, para lo que estamos desarrollando el departamente social del sindicato que aspira a cumplir la función de entrecruzar necesidades y apoyos despojándonos de veleidades “organizativas” con que pretenden algunos llevarnos detrás de propuestas de “lucha” contra los molinos de viento que nos destruyen la vida, que queremos rescatar desde la vida misma junto a las familias y la gran familia del barrio.

Jaime Yovanovic Prieto
unlibre@gmail.com

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