miércoles, 27 de abril de 2016

Todos podemos poner bombas o hacer huertas

Por Jaime Yovanovic Prieto

Cualquiera puede poner bombas y armar una huerta, eso es indiscutible. Hay anarquistas que ponen bombas y otros anarquistas pacifistas contrarios a la violencia, que hacen huertas. Hay huincas que van a hacer la revolución al territorio mapuche poniendo bombas, incendiando iglesias o camiones, en tanto hay mapuche pacifistas que muestran al mundo los resultados de la producción agrícola en territorios recuperados. Hay derechistas que ponen bombas y otros muy humanos que trabajan pacíficamente con sus vecinos. Hay militares que disparan contra el pueblo y militares que se oponen. Hay carabineros que disparan a la cara y otros que se casan por amor sin importar el sexo. Hay gendarmes que abusan de los presos y otros que francamente los identifican como iguales. Hay centristas golpistas y luego se ponen máscara de “democráticos”, así como hay centristas que se opusieron al golpe. Hay musulmanes fundamentalistas que se visten de bombas y se explotan en medio de la mutlitud, pero hay musulmanes que construyen y reconstruyen sus tierras arrasadas. Hay estadounidenses que ponen bombas o disparan en medio de los estudiantes de una escuela, hay estadounidenses que se reunen en comunidades vecinales para permitir el flujo de los afectos.
Así también hay gente de todos los colores que destruyen la madre tierra, como Evo Morales el izquierdista presidente boliviano, o como Mujica el “ejemplar modelo de autoridad” que algunos pelotudos proponían para el Premio Nóbel, que hizo aprobar la ley minera en Uruguay que regula la destrucción de las tierras, como hay derechistas que hacen lo mismo.


Como digo, cualquiera puede poner bombas o hacer huertas. Generalmente los que ponen bombas lo hacen por motivos económicos o políticos, en tanto los que hacen huertas lo hacen por amor, ciencia, arte, sensibilidad, interacción con la madre tierra, cuidados alimenticios y sanitarios.

Es un error atribuir las bombas a los anarquistas o a los izquierdistas, ya que se ha comprobado muchas veces que en ocasiones son agentes del estado infiltrados, como han sido descubiertos carabineros de civil arrojando piedras desde una marcha hacia los uniformados. Tambien es un error justificar algunos civiles derechistas el golpe militar que asesinó, torturó y desapareció a miles de pesonas, en tanto si que estaba justificado arrojar bombas y dispararles a los genocidas, como hacían los miembros de la resistencia en los territorios ocupados por los nazis, ya que la autodefensa e insurgencia contra un régimen asesino está legitimado por las Naciones Unidas, como estaba legitimado que los patriotas de las independencias arrojasen bombas y dispararan contra los invasores.

Sin embargo todo tiene su época y hoy día la diferencia ya no está entre izquierda y derecha, centro o extremos, como antes, que se sabía el programa y la gente votaba a sabiendas, sino entre los que viven, profitan y defienden la política y la economía y por el otro lado, los que intentamos vivir en paz y en equilibrio con la madre tierra y que no estamos ni ahí con la pugna de los partidos. Entre los partidarios de la política y el dinero hay gente de todos los colores y convencidos de que el poder es el instrumento para ambos, y no es por otra cosa que disputan las izquierdas con las derechas y los demás. El problema está en que nos quieren arrastrar a esa pelea, como hinchas del colo y la chile, agarrándose en manadas por las calles o en los estadios en la regla que dice: los hinchas, hinchan. Hinchan a sus adversarios a golpes, hinchan las pelotas de la gente e hinchan los bolsillos de los propietarios de los clubes que esconden sus dineros en islas de la fantasía y algunos no pagan a los jugadores. 

Los demás, que somos la inmensa mayoría, que damos
la espalda a la política y a la economía, aún estamos divididos, por una parte los que se encierran en su concha y por la otra los que queremos dar la cara construyendo desde abajo otro modo de vivir y relacionarnos. Encerrarse como ostra sólo ayuda a los políticos y a los ricos, ya que bastan unos pocos votos para asegurar la democracia formal en que nos tienen y así los ricos continuan destruyendo la madre tierra y sacándonos la leche, gracias a los políticos que nos dividen en manadas de hinchas que hinchan, y administran el poder manteniendo a todos en la fila y abriendo las puertas para entrar como lobos furiosos las empresas a depredar el planeta.

Las bombas están en el campo de la política y la economía, en cambio las huertas son un espacio de vivencia vecinal y de abrazo con la madre tierra.

Jaime Yovanovic Prieto
profesor_j@yahoo.com
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