12.Sep.16
La memoria del golpe militar en Chile
Por Jaime Yovanovic (Profesor J)
Los hechos de memoria ya no están, pero marcan y dejan
huellas, las que pueden rastrearse una y otra vez por diferentes sujetos o por
los mismos que pueden ir cambiando, así como los cambios de todo tipo llevan a
cambiar también una y otra vez la interpretación del pasado. Así la memoria es
una forma de interpretación, que cuando se apoya en un paradigma, ideología o
receta, puede resultar muy diferente de las otras ideologías, así como
encontrarse en algunos puntos y distanciarse en otros. De esa manera aunque los
hechos fueron objetivos, aún siendo realizados por subjetividades y voluntades
ligadas a los intereses políticos de poder y económicos de acumulación, y el
conjunto de la población quedó en medio de esas definiciones subjetivas,
tácticas, estrategias, ofensivas y defensivas, las interpretaciones
predominantes derivan y siguen derivando de esas luchas por el poder, aunque la
población cada vez menos participante en política y cada vez menos dispuesta a
aceptar el expolio dominante y la destrucción de la madre tierra, puede tener
sus propias interpretaciones o ninguna, soslayando el tema.
Por ejemplo, la historiografía marxista o, por decirlo de
otra manera, los exégetas bíblicos de textos de Marx, han tenido importantes
fugas de autores que han reconocido que Marx cambió su mirada sobre el estado y
el poder, y que Engels hizo la trampa de “interpretarlo” a su manera después de
su muerte en la Introducción al importante libro “La Guerra Civil en Francia”,
pero los intereses de partido y de poder, se saltan esas menudencias y siguen
utilizando a Marx para sus chambonadas que no interpretan para nada al autor.
Marx sirve, claro que si, pero sólo hasta la Comuna de París, pues después ya
no sirve. O sea, la historiografía como estudio de memoria, se manipula, ya no
sólo mediante un paradigma que choca con los otros, sino también mediante la
mentira y el engaño. Digámoslo con todas sus letras: Marx dejó de ser marxista
tras su análisis de la comuna. O mejor: Marx siempre se negó a ser marxista
porque quería hacer constar que su metodología de interpretación cambiaba según
los hechos.
Otro ejemplo: la historiografía en general, vale decir,
la gran diversidad de interpretaciones históricas sobre las cuales y con las
cuales puede trabajarse la memoria, nos dicen que la transición del feudalismo
al capitalismo se dio mediante la lucha intransigente del naciente capital
contra las relaciones feudales de la oligarquía, lo que es falso de tomo a lomo
y pone en cuestión la dialéctica historicista hegeliana que Marx utilizó hasta
la aludida comuna parisiense y de la que se despojó abiertamente. El estudio
atento de las notas, documentos y huellas realizado por Silvia Federicci en su
imperdible libro “Caliban y la bruja”, así lo demuestra, dejando bien
argumentada que la tal transición fue realizada para imponer el nuevo modo de
producción mediante la santa alianza de la burguesía con la oligarquía en
contra de las formas de vida comunitaria del campesinado europeo, en contra de
las formas de vida comunitaria de los bandidos de los bosques, montañas y
mares, y finalmente en contra de las formas de vida comunitaria del planeta.
Las “luchas” de la burguesía inglesa entre los ejércitos burgués y monárquico,
culminaron con la repartija de las funciones estatales: el ejecutivo para mi,
el legislativo para ti y el judicial para el common law, esto es, las
relaciones sociales determinadas por las formas económicas de la propiedad y la
circulación mercantil. Ese fue el modelo que finalmente conciliaron la
izquierda y la derecha francesa, jacobinos y gerondinos, en las formas del
derecho constitucional que prima hasta hoy día para la organización del poder,
la economía y la subsunción social a la cohesión institucional.
Por último, traemos a colación el llamado “golpe” en
Brasil, que no fue más que la ruptura de la alianza electoral y gobiernista de
la ex izquierda del partido PT y la derecha del partido PMDB. Por lo que el
abanico de interpretaciones da para todos los gustos y cada fracción de la
lucha por o contra el poder de las izquierdas, derechas, centros y extremos,
hace la suya para atraer seguidores que apoyen su vocación de vanguardia para
administrar allá arriba los asuntos de todos.
Con estos ejemplos ya podemos abordar desde una mirada
diferente los acontecimientos del golpe y gobierno militar en Chile. Habiendo
sido la resistencia una responsabilidad social de todos los que se opusieron a
la masacre y genocidio oientado por un grupo de oficiales que envió a los
Rambos a disparar contra el pueblo, ello sigue siendo un acontecimiento
histórico que se instaló debido al cambio del modo de producción, es decir, el
fin de la época de la posibilidad de administración de los asuntos públicos por
parte de los productores de plusvalía que el modelo capitalista neoliberal
expresaba en todo su perfil, contenido, esencia y perspectivas y que la socialdemocracia
allendista intentaba administrar rescatando principios de una época anterior,
la del estado de bienestar, el keynesianismo, a la que se plegaron las
corrientes marxistas de la administración centralista autoritaria del
estalinismo, enfrascadas en los frentes populares de administración de la cosa
pública mediante la alianza de la moribunda burguesía nacional con el sector
privilegiado de los trabajadores públicos y la llamada aristocracia obrera. El
golpe militar chileno impuso a sangre y fuego el modelo neoliberal que en otros
países se estaba imponiendo por vías pacíficas, aunque su implentación
resultaba en la mayor violencia hacia la gente, en tanto el gobierno buscaba
detenerlo incorporando partidos civiles y militares con el afán de negociar
desde arriba el control y continuidad, lo que Maduro ha conseguido en Venezuela
creando la empresa minera de los militares, o sea, dando participación
económica activa al brazo armado del estado, lo que Pinochet y la partidocracia
post-militares hicieron con un porcentaje de los ingresos del cobre.
La izquierda gobiernista no pudo contener el avance
popular desde abajo que exigía más reforma agraria, viviendas, etc. y las
izquierdas alternativas no consiguieron ni se propusieron ir más allá de la
disputa del poder mediante la construcción de un poder paralelo, que si bien
era pertinente, ya su destino estaba sellado por las nuevas condiciones que se
establecían en todo el planeta para la acumulación de ganancias, lo que resultó
en poco tiempo en la caida del socialismo y la entrega a plenitud de esos
estados al capitalismo globalizado, así como poco a poco con la derrota de las
guerrillas en todas partes o su rendición.
Ello no corresponde al papel malévolo de Estados Unidos,
sino que supieron aprovechar sus empresas y la CIA los recovecos dejados por la
lucha política que nunca llegó a modificar la economía como propuesta, a
diferencia de los vientamitas, chinos y cubanos, que avanzaron sus guerrillas
desde la reforma agraria y el reparto efectivo de tierras, lo que en aquella
época fue apoyado por todo el pueblo muy bien dispuesto a trabajar una nueva
economía, aunque muy rápido los hayan llevado de vuelta al autoritarismo
estatal y al enlazamiento estructural con el capitalismo globalizado. En China
y Vietnam eso era de esperar, pero ello no fue así en la revolución cubana, que
finalmente hubo de entregarse a la economía soviética ante las amenazas yanquis
y las presiones internas del fuerte aparato del Partido Socialista Popular, los
pro-soviéticos, que finalmente pudieron entrar a los puestos claves, acabando
con el proceso revolucionario que traía nuevos aires y sometiéndolo al
continuismo capitalista de estado.
El gobierno militar chileno se dedicó a aniquilar a los
grupos revolucionarios y los sectores sociales más movilizados para inducir
posteriormente la salida con acuerdo de los partidos integristas dispuestos a
seguir asegurando la vinculación chilena al capital globalizado, cuestión que
se hizo urgente en la primera mitad de los 80 cuando miles y miles de personas
y familias completas salían en todo Chile desde las ollas comunes y colonias
urbanas a levantar barricadas y arrojar de todo contra las tropas que debían
desmenuzarse en cientos y cientos de levantamientos en todas las ciudades.
Esa época de la primera mitad de los 80 no se quiere
guardar en la memoria y hacen nata hoy día las reuniones lastimeras de
autoflagelación como ritos de sobrevivencia de las vanguardias, cuando fue todo
un pueblo el que se levantaba, no sólo los izquierdistas. Algunos quieren
incendiar buses y levantar barricadas, cagando fuera del tiesto, si ya se les
fue la micro y se han quedado pegados en épocas gloriosas. Llega a dar lástima
ver como marchan hoy día cuatro gatos levantando una bandera de la memoria mientras
esconden otras.
Si llenaran Chile de ollas comunes y colonias urbanas,
serían ellos, los vecinos, los que estarían mostrando el camino, pero las
vanguardias anquilosadas sólo piensan en el rito, la bandera y la canción y
sueltan lágrimas que si bien son justas y honestas, nada tienen que ver con las
tareas del presente. Los ghetos de izquierda, partidos y micro partidos, al
reiterar prácticas ya aniquiladas por la historia, sólo están evitando la
revitalización del mundo de la vida, creyendo que al hacer las ollas comunes y
colonias urbanas, estaban “atrayendo” a la gente y así reforzaban su vocación
vanguardista.
Hoy dían no sólo hay que hacer miles de ollas, huertas y
convivencias en todos los barrios, sino que hay que que respetar su autonomía y
sus propios caminos, que cada uno aprenda a vivir y a convivir, no los amarren
en redes y coordinadoras para llevarlos por el buen camino.
No ha sido el golpe ni el gobierno militar lo que ha
aumentado las distancias personales y el predominio del individualismo, ese es
un pretexto para autojustificarnos. Somos nosotros mismos que no nos adaptamos
a los nuevos tiempos, muchos siguen tras el poder, tras el estado, tras el
socialismo y el comunismo, es decir, aunque la época cambie, pocos siguen a
Marx, que cambió y escribió sobre ellos.
El cambio parte de nosotros mismos, de cada uno, en su
casa y su familia, abriendo las puertas a los vecinos, conversando con ellos y
practicando el buen vivir comunitario. Pero, claro, más de uno no va a aguantar
y va a comenzar a hablar de política, de los fachos, de los rojos, en fin, y
así sólo seguirá alimentando el divisionismo. Salga del gheto, salga del club,
entre al circuito vecinal de prácticas compartidas que permitan ampliar la
circulación de los afectos y del newen.
Jaime Yovanovic (Profesor J)
Universidad Libre, la desuniversidad de la Tierra y del
Común
unlibre@gmail.com
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